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martes, 3 de mayo de 2011

La vigencia del Marxismo Crítico en la construcción socialista

Por: Carlos Lanz Rodríguez
Fecha de publicación: 03/05/11
Con motivo de la invitación a participar en algunos eventos donde se va a debatir sobre el marxismo (uno en FACES-UCV el día miércoles 4 y el  otro en la Asamblea Nacional donde se ha programado para el 5 y 6 de Mayo de 2011 el seminario sobre la “Vigencia histórica del Marxismo”) he creído pertinente  rescatar algunos documentos publicados entre 2006 -2007, donde puntualizamos de manera breve nuestra filiación con el marxismo crítico.
¿CÚAL SOCIALISMO?
(Publicado el 26/12/2006)
En el actual momento que vive proceso bolivariano se viene generando un clima de debate y reflexión en torno al socialismo, proceso éste donde se comienza a presentar las diversas concepciones, teorías, experiencias, sueños y esperanzas, en torno al cambio revolucionario.
Se trata de un debate inconcluso en el seno de los revolucionarios no sólo en Venezuela sino en todo el mundo, el cual ha cobrado fuerza en diversos momentos y ha producido montones de artículos, textos, sin dejar de dejar de señalar la ola de sanciones, expulsiones, excomuniones y otros expedientes propios de la burocracia partidista que silenció cualquier discrepancia con el dogma oficial del momento. Esto es harto conocido y puede rastrearse documentalmente en las historias de las Internacionales Comunistas o trotskistas, y en los diversos agrupamiento consulares en los que se dividió la izquierda mundialmente (pro-soviéticos siguiendo los Manuales de la Academia de Ciencia de la URSS, pro-chinos con el pensamiento Mao Tse Tung, pro-albaneses seguidores de Henver Hoxha, pro-coreanos adoradores del Kim il Sung, pro-libios fanáticos del “libro verde” de Cadhafi).
Esta rápida evocación de una parte del proceso de copia y calco de aquella época, nos señala la inmensa responsabilidad intelectual que demanda el debate actual: la cuestión del socialismo no se puede simplificar ni banalizar, así como tampoco debemos reproducir el dogmatismo-empirismo.
En relación a esta última pareja epistemológica, también podemos señalar por experiencia que la simple repetición de recetas y categorías aplicadas mecánicamente y su combinación con el tareismo no puede conducir sino al fracaso, unas premisas no contextualizadas históricamente amarradas con una práctica ciega, conduce al oportunismo ideológico.
Aquí puedo testimoniar (después de varias décadas de militancia comprometida) como grupos e individualidades super radicalizados en la repetición de esquemas y recetas, esterilizados en el pensamiento y en la acción, terminan saltando la tranquera o adaptándose al momento por realismo político.
Superar el dogmatismo no es una cuestión sencilla, sobre todo si el proceso formativo es manualesco. En mi caso, la formación como militante comunista se centró en las lecturas de textos de autores inspirados en el marxismo soviético, en consecuencia como revolucionario estuve durante mucho tiempo bajo la influencia de un tipo de interpretación sesgada de Marx.
Cuando tuve la ocasión de estudiar sistemáticamente la obra de Marx, básicamente en los 8 años de prisión en el Cuartel San Carlos en la década del 70, pude comprobar que la Economía Política de Nikitin, por ejemplo, era una determinada manera de entender los aportes del marxismo por parte de los rusos, donde estaban ausentes varios trabajos de Marx considerados como no “científicos”, “obras juveniles”, entre ellos los Manuscritos Económicos- Filosóficos de 1844, los Grudrisse, el Capítulo VI Inédito de El Capital, entre otros.. Precisamente, se trataba de aquellos escritos donde Marx desarrolla la crítica de la economía política desde una perspectiva humanista, condenando la explotación del trabajo desde el proceso inmediato de producción. Esta
última lectura de Marx no permite justificar en su nombre la adopción de un “modelo de acumulación socialista”, ni la aplicación de la Ley del Valor-Trabajo en la construcción de la nueva sociedad, muchos menos pudiese justificar un concepto de productividad de base taylorista, tal como lo desarrollaron los soviéticos .
En esa dirección, particular importancia posee las investigaciones planteadas sobre el CAPITULO VI INEDITO DE EL CAPITAL, donde el Marx definido como “maduro” reitera la crítica a la enajenación del trabajo, condena la sumisión del trabajo al capital a partir del proceso inmediato de producción, reivindica el humanismo y la subjetividad del trabajo como emancipación, tal como lo había sostenido en sus escritos llamados de “juventud”, como son los Manuscritos Económicos-Filosóficos de 1844 y otros trabajos.
Algún lector no consustanciado con tales referencia bibliográficas ni con sus implicaciones en la construcción socialista, puede pensar que se trata de una problemática teoricista, propia de académicos.
Sostengo que este es un nudo crítico de cualquier cambio revolucionario, es decir, definir estos aspectos de lecturas es básico en la superación del capitalismo. Los soviéticos no sólo fracasaron por las prácticas burocráticas del partido, sino porque reprodujeron la lógica de la acumulación capitalista en una óptica economicista y tecnocrática: no eliminaron la extorsión del trabajo, aplicaron los desarrollos científico técnico sin crítica, adoptaron el taylorismo bautizado para la época como “stajonismo”.
Esta reflexión no es gratuita porque en Venezuela hay grupos e individualidades identificadas con el marxismo soviético que quieren un “socialismo científico” fundado en el desarrollo de las fuerzas productivas, en la aplicación de la ciencia y la tecnología sin discusión, en la perpetuación de la división social del trabajo.
El aspecto dilemático del socialismo como negación del capitalismo, es la superación de la Ley del Valor, como teoría y práctica de la explotación del trabajo, hoy por hoy la clave es eliminar la enajenación del obrero que vive las consecuencias de la fragmentación de la tarea.
De allí, la urgencia de responder las siguientes 5 preguntas:
1.- ¿Puede construirse el socialismo manteniendo la contradicción entre el proceso de trabajo y la valorización o aceptando la primacía del valor de cambio por encima del valor de uso?
2.- ¿ Puede construirse el socialismo sin poner en discusión la obtención de plusvalía, el pillaje legalizado del plustrabajo, trabajo excedente o trabajo no pagado al obrero ?
3.- ¿Puede construirse el socialismo aceptando los paradigmas industriales propios del capitalismo, como son el taylorismo, el fordismo o el neofordismo?
4.- ¿Puede construirse el socialismo partiendo de la concepción de la productividad del trabajo que se fundamenta en la parcelación del saber y de la tarea, es decir, en la profundización de la separación entre el trabajo intelectual y el trabajo manual del obrero?
5.- ¿De qué socialismo estamos hablando? ¿Capitalismo de Estado ?
Esta son interrogantes que demandan respuestas por parte de los revolucionarios que creemos en el socialismo. No responderlas es reproducir la vieja conseja gatopardiana: CAMBIAR PARA QUE NADA CAMBIE.

¿PUEDE CONSTRUIRSE EL SOCIALISMO PERPETUANDO LA ENAJENACION DEL TRABAJO?
   (Aportes para el debate sobre el proceso de trabajo que debe imperar en el nuevo modelo de desarrollo)
   (Publicado 23 de Abril de 2007)
Cuando uno se pregunta sobre el origen de la riqueza en el régimen de producción capitalista, nos encontramos con diversas respuestas que corresponden a variados paradigmas e intereses en juego.
En tal sentido, podemos ejemplificar estas respuestas en el siguiente orden:
  • Los apologistas y agentes ideológicos del capital, legitimando la apropiación privada del trabajo social, le dan a la ganancia este origen:
1.- Se trata del esfuerzo de los emprendedores, los cuales ahorrando y trabajando duro logran acumular riqueza.
2.- También se argumenta que la ganancia es un premio a la habilidad comercial, al cálculo y la astucia gerencial del capitalista.
  • Por otro lado, para la tecnocracia la ganancia surge de una combinación técnica de factores productivos, utilizados eficaz y eficientemente: maquinaria, equipos y recursos humanos.
  • Y finalmente, está la perspectiva de la crítica de la economía política marxista, donde se señala que el origen de la ganancia tiene su origen en la plusvalía o trabajo no pagado, es decir, la acumulación del capital se fundamenta en la explotación del trabajo.
Colocar la génesis de la ganancia en la explotación del trabajo, requiere romper con el sentido común, lo que en el terreno epistemológico hace obligante trascender la apariencia y no dejarse atrapar con el cuento de que se trata de una especie de remuneración al riesgo y al esfuerzo creador del capitalista, tal como se sugiere en el primer enfoque reseñado.
Las implicaciones de esta ruptura cognitiva, en otros trabajos (Proceso inmediato de producción y autonomía obrera) lo hemos caracterizado de la siguiente manera:
“Para Marx todo del proceso que examinamos anteriormente está cruzado por un velo apariencial, siendo en tal sentido una realidad que no es evidente a simple vista, no es transparente a la percepción sensorial. Así encontramos el enmascaramiento de un conjunto de relaciones: entre la extorsión del trabajo y el salario, entre la plusvalía y la ganancia, entre la ganancia y el interés. Tales encubrimientos nublan el tejido social e histórico de las relaciones de producción capitalista.
Este proceso de "mistificación" del capital tiene que ver con la supeditación del análisis a la esfera de la circulación, de la distribución y el intercambio. En esta superficie de la realidad económica no se puede encontrar más que "apariencias", conduciendo a los capitalistas y sus agentes ideológicos al más burdo empirismo, tal como lo señaló Marx:
“… esta confusión de los teóricos revela mejor que nada como el capitalista práctico prisionero de la lucha de la competencia e imposibilitado para ahondar en modo alguno debajo de la superficie de sus fenómenos, tiene que sentirse incapaz para captar a través de las apariencias la verdadera esencia interior y la estructura interna de este proceso".
Ahora bien, en este caso no tan sólo se trata de un obstáculo que confrontan los burgueses en el proceso de conocimiento, sino que tal error, omisión o escamoteo epistemológico, es funcional al interés de justificar la dominación, de legitimar el lucro y la ganancia fundada en la explotación del trabajo. De tal forma que el hecho de que no se trascienda la apariencia, el nivel del dato empírico, la sacralización de la apariencia inmediata, no es un problema de "neutralidad axiológica", de objetividad científica. Los intereses de clase ocultan todo nexo o articulación del proceso de producción, y en tal sentido existe un esfuerzo por:
- "Que a nivel de la fábrica, el proceso de trabajo sea concebido como un proceso "natural" o como un hecho tecnológico, sin considerar su articulación con el "proceso de valorización".
- Que el salario siga mistificando la relación entre el trabajo necesario y el trabajo excedente.
- Que la mercancía haga aparecer invertida la relación social, desapareciendo la distinción entre trabajo abstracto y trabajo concreto.
- Que el dinero y el interés aparezcan automatizados, como dinero que crea dinero, y no como metamorfosis del trabajo cristalizado, riqueza abstracta que es generada por el trabajo".
Tal esfuerzo de encubrimiento y de apología por parte de los agentes Ideológicos burgueses es lo que Justifica que nos veamos Inexcusablemente comprometidos a Investigar y debatir con seriedad, develando tales relaciones aparenciales, pues de lo contrario estaríamos bajo la supeditación de tales mistificaciones y por ende ayudando en la preservación del dominio del capital, facilitándole su legitimación ético-política.
Esta precisión teórico-ideológica nos ha conducido a realizar un sistemático esfuerzo de problematización de los diversos enfoques sobre el cambio en el modelo productivo que hoy está en proceso de elaboración en el seno del gobierno bolivariano.
Específicamente hemos colocado el acento en debatir el nexo que tiene el proceso de trabajo con el proceso de valorización, puntualmente el aspecto interno de la relación salarial, relativo a la cuota de explotación o trabajo excedente, igualmente la subsunción real del trabajo como enajenación.
En ese sentido, vamos a insistir en develar el velo apariencial que encubre la dominación capitalista y al mismo tiempo realizar la crítica de la tecnocracia que asume la fuerza de trabajo como “recurso humano” que se incorpora como un factor más de los costos de producción. Por eso a la hora de la “reducción de costo” existe un justificativo para penalizar a los trabajadores.
En esa dirección, hemos reivindicado el trabajo no como un factor indistinto de producción, sino ubicando a la fuerza de trabajo o trabajo vivo como la fuente real de la creación de nuevo valor y de igual manera planteando su liberación, lo que hace inexcusable superar el proceso enajenante que se da en el proceso inmediato de producción capitalista, por la contradicción en el proceso de trabajo y su extorsión:
1.- El proceso de trabajo es la base de la valorización, caracterizado por Marx como subsunción real del trabajo por el capital.
2.- En este proceso de valorización, las maquinarias y equipos ( capital constante ) no crean nuevo valor, sino que transfieren el valor cristalizado, denominado también “trabajo muerto”, trabajo acumulado, trabajo pretérito, trabajo objetivado.
3.- Lo que crea valor es sólo el “trabajo vivo” o fuerza de trabajo, ya que la máquina agrega el trabajo que ya posee.
4.- El proceso de trabajo en función de la valorización es un trabajo enajenado o alienado, donde el trabajador se enfrenta a la máquina, los productos y sus propios compañeros como algo “extraño”
El doble vinculo entre subsunción real del trabajo en el capital y la enajenación, fue reseñado por Marx en diversas obras (desde los Manuscritos Económico-filosóficos de 1844 hasta El Capital) razón por la cual hemos compilado fragmentos de diversos textos donde se refleja esta problemática.
Al enfatizar el tópico de la sumisión del trabajo a la búsqueda de la ganancia., queremos poner en evidencia el entramado de relaciones en el proceso de trabajo, sobre todo el de factura taylorista .
Estos énfasis están justificados, porque cualquier intento de humanizar el trabajo y superar el proceso de valorización capitalista centrada en la extorsión del trabajo va a chocar inevitablemente con la llamada “ organización científica del trabajo” heredada del taylorismo, el fordismo, el neo-fordismo, el toyotismo, por lo que hay que establecer las premisas de lo que va a ser el proceso de “reingeniería” que impulsa la propuesta socialista para no reproducir la lógica enajenante que hemos heredado en el proceso de trabajo. He aquí algunas de dichas premisas:
  • El trabajador al supeditarse a los equipos y maquinarias, asume un conjunto de tareas parceladas y empobrecedoras, las cuales debe repetir indefinidamente, como parte de sus funciones y adscripción de cargo, regida por prácticas operativas, legitimadas en normativas y en la propia contratación colectiva y en el tabulador.
  • La subsunción del trabajo en el capital, está respaldada por una determinada manera de entender y aplicar la ciencia y la tecnología, donde los paradigmas dominantes en el terreno del conocimiento o los saberes técnicos excluyen como no científico las habilidades y pericias del trabajador.
  • De esta manera se puede hablar de una subsunción del saber, ya que la experiencia del obrero y su “saber hacer” se hace rutinario y poco creativo, profundizando la diferencia entre la actividad manual e intelectual.
  • En el taylorismo, al disociar el saber de los trabajadores, aparece como obligado que este sea asumido por la gerencia, separando la dirección de la ejecución.
  • Este es un rasgo fundante de la enajenación del trabajo, porque el obrero ejecuta un trabajo parcelario y embrutecedor, con una enorme carga física y psíquica, en ambientes de alto riesgo y severidad, mientras una parte de la gerencia y de la administración monopoliza la tareas de dirección en un ambiente diferenciado.
  • El espacio donde se formula y se administra el proceso de trabajo es algo ajeno y distante del obrero, justificado por supuesto en normas técnicas que nadie discute.

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