Por:
Gaspar Velásquez Morillo
Fecha
de publicación: 10/09/15; 09:11 am
Las recientes medidas tomadas por el gobierno bolivariano en la frontera colombo
- venezolana da cuenta de muchas vicisitudes vividas en Venezuela como
consecuencia de la crisis estructural de la hermana Colombia y que sus
gobiernos y los medios privados de comunicación habían ocultado con mucha
sapiencia e interés, pero...“tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe”.
Sea propicia la ocasión para destacar la Autocrítica y el llamado de
atención de líderes de la Revolución por tan sensible tema fronterizo con
Colombia porque en la autocrítica, de verdad, verdad, no se visualizó con
tiempo tales anomalías heredadas, y si se sabía, no se actuó con la prontitud e
intensidad del caso, muchas son las anécdotas de víctimas y es una situación
que no puede ser eventual en el tratamiento, por el contrario, debe ser
perenne, proteger las fronteras y el modus vivendi de la población venezolana,
así como de ser receptor de lo excelso que identifica el gentilicio del vecino
país.
Así como tiñe las aguas un pulpo para evadir una situación de peligro, ya
la situación para el caso que abordamos, el tinte esparcido por sectores
delincuenciales en Venezuela fue con el exclusivo propósito de ocultar, solapar
e ir paulatinamente imponiendo un modo de vida ajeno a nuestra propia
convivencia, a nuestra idiosincracia, a nuestro hilo histórico.
La autocrítica debe resarcir con interés y preocupación para mantener a
raya las deformaciones propias por las secuelas de la guerra interna que vivió
y se vive en Colombia, nación que ostenta varios record que la caracterizan y
no por las virtudes de sus élites políticas y económicas.
El gobierno venezolano, se ha convertido por vía de los hechos, en vocero
de los reclamos históricos del pueblo colombiano, y las actuales discrepancias
por los cierres de fronteras han abierto las puertas de una habitación que las
élites colombianas nunca quisieron, nunca permitieron y que costará empujar
para abrir, pero allí va el pueblo colombiano pero debe “aligerar la carga”.
Las élites económicas y políticas de forma -hasta deliberadamente-
arrecostaron hacia Venezuela, la solución de los múltiples problemas de la
población. El Tratado de Libre Comercio -TLC- firmado con EE.UU., descansó el
desarrollo al bienestar exclusivo de un lado de la balanza, al platillo del
Imperio, lo cual generó como consecuencias, grandes e inmensa franjas de
desempleadas / desempleados por la desaceleración de la inversión pública,
además, donde grandes conglomerados humanos cambian sus oficios productivos,
ahora se dedican a actividades de subsistencias marginales y a expensas de lo
que puedan extraer de Venezuela, además, el lado colombiano es un porción de
territorio olvidado desde el Palacio de Nariño, en la capital, Bogotá.
La frontera colombo venezolana es también una zona muy codiciada por
contrabandistas, paramilitares, narcotráfico y vaya Ud. a saber, todo! todo
absolutamente! está al margen de la ley y con la imposición de leyes propias a
la fuerza y cualquier rechazo a esos desmanes, está en juego la vida misma.
La autocrítica de las autoridades venezolana, tiene que llamarnos a la
reflexión y enmendar lo que se tenga que enmendar, pero la frontera del lado
venezolano tiene que ser un espacio geográfico, de orden, de desarrollo, de
bienestar y prosperidad, por lo que tenemos que exigir la debida reciprocidad.
Puede decirse que teníamos un ejército de ocupación silente pero que las
consecuencia la padecía la sociedad como “secreto a voces”.
Blog El Mural de Gaspar.
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