Por:
Gaspar Velásquez Morillo
Fecha
de publicación: 06/09/15; 11:00 am
Sería contradictorio que una o un docente
carezca de pedagogía, de didáctica y dialéctica, en el caso del maestro Jorge
Rodríguez que nos convoca una vez más a 39 años de su brutal asesinato durante
el gobierno en Venezuela de Carlos Andrés Pérez, un 25 de julio de 1976, apenas
a solo 3 años de haber fundado su organización Liga Socialista, fue de veras un
artífice de la pedagogía del amor para poder conducir al extremis las
conciencias de muchas y muchos para hacer con todo ese plantel de cuadras y
cuadros lo que hizo en tan corto tiempo de su vida, levantar la fe, la
confianza que tanto cuesta levantar y estar con el puño en alto en la lucha de
clases.
Es muy necesario hacer una somera
caracterización del contexto histórico de esa época, primero, estaba al orden
del día, el asesinato político, desapariciones, allanamientos, carcelazos,
torturas, en resumen, violaciones total de los DD.HH y el ultraje a una
Constitución “que se acata pero que no se cumplen sus preceptos”, además, todo
ese largo expediente, apunta al establishment como los responsables de diseñar
-con asesoría extrajera- la estrategia para apaciguar las tensas luchas de
clases en las zona del hierro y en las zonas petrolera, campesinas y urbanas
del país, así como en universidades y liceos, por las falsas nacionalizaciones,
los paquetes económicos de los gobiernos de Acción Democrática y Copei
suscritos con el Fondo Monetario Internacional, las precarias condiciones de
vida de la población, más la desorientación del movimiento revolucionario de
entonces debido a frustraciones ocurridas a finales de la década de los ´60
derivados por las sucesivas derrotas del movimiento revolucionario, las
traiciones, delaciones y el cansancio en filas revolucionarias y la aparición
rimbombante del reformismo y del neoliberalismo, atractivo seductor, para las y
los vacilantes que se refugiaron en la altanería para justificar sus
desviaciones ideopolíticas en la conciliación de clases y en la absorción de
algunas y algunos de estas cúpulas revolucionarias que se fueron a medrar y a
recibir migajas de los sectores económicos y a ponerse a la órdenes de los
gobiernos de AD y Copei, Fedecámaras y el Imperio.
En medio de esas agudas contradicciones hubo
quienes resistieron, que nunca arriaron sus banderas de lucha, que mantuvieron
la mística y fueron capaces de ver brechas por donde recomenzar, mientras otras
y otros, veían eran obstáculos y obstáculos, desmoralización y agotamiento,
físico y espiritual.
El maestro Jorge se mantuvo erguido, de pie,
y eso no le perdonaba los gobiernos de AD-Copei, Fedecámaras, las
transnacionales y el Imperio. Jorge tensó y en comunión con otras y otros
cuadros fueron capaces de detener con su ejemplo, con su moral, con su
constancia, con su estudio, con su disciplina, una realidad convulsa que se
presentaban delante de ellos, sacaron su casta, su fibra y se lanzaron con
denuedo, con coraje y la manera de expresar es que hizo como ejercicio de vida
y se dedicó a la tarea de reeducar, de generar procesos de aprendizajes, de
desaprendizajes y reaprendizajes, y fue formando una generación de jóvenes
guerreras y guerreros pero las aulas de clases eran las mismas luchas de clases
directamente, en las fábricas, en las universidades, en los barrios; el maestro
Jorge estimuló y enseñó cómo hacer análisis concreto de la situación concreta,
hizo y recomendó la disciplina en el estudio, en la redacción e interpretación
de la realidad y acompañado de los respectivos balances de cada actividad, fue
inclemente crítico de la improvisación, de la incoherencia, de la dispersión;
como orador, ni se diga! más de un contrincante de la diatriba, en la tribuna
pública tiró la toalla ante los monolíticos argumentos del maestro Jorge
Rodríguez, durante las Falsas Nacionalización del Hierro y del Petróleo, fue
invitado a universidades, Pro Venezuela, liceos, instituciones y en los
portones mismas de las empresas, el maestro imantaba con su verbo, con su
explicación, no sé si es exagerada la apreciación pero su vasta cultura,
despertaba y despierta admiración, ya el propio adversario de AD – Copei,
Fedecámaras eran renuentes a polemizar con el joven maestro Jorge Rodríguez, el
mismísimo José Vicente Rangel quien con muchas horas en el ruedo político de
entonces –y aún- le catalogaba como una
joven promesa de la vida política del país y le reconocía y lo distinguía por
estar por encima de otras figuras jóvenes de izquierda y de la derecha del
entonces y del pasado, vacío dejado por otras y otros que fueron asesinado.
La militancia del maestro Jorge Rodríguez y
su pedagogía, fue eludiendo a los cuerpos represivos de la época, reuniones de sótanos, a altas horas de las
noches, en las estribaciones de las montañas, en sindicatos, en universidades,
en liceos, en fábricas y empresas donde no fuera detectado, nada detenía al
maestro Jorge Rodríguez, su fe y voluntad era inquebrantable, era un cuadro
infatigable, nos preguntamos si existirán la cantidad de
adjetivos indicados para calificar al maestro Jorge Rodríguez.
Hay quienes a hurtadilla o en actos públicos van al Cementerio
General de Sur a visitar al maestro Jorge Rodríguez, se observan ojos a punto
de desbordarse, hay quienes acarician la lápida, hay quienes te colocan flores,
hay quienes te dicen palabras trepidantes montadas en briosos corceles, hay
quienes en profundo silencio se les nota que conmovidos no les salen las
palabras por el nudo en las gargantas, hay quienes ya con el pelo cano y
arrugas en sus rostros y con achaques en el cuerpo, pero están allí, firmes, de
pie, que ni el viento de los tiempos y de las circunstancias han movido y que
aún te extrañan y te quieren como si estuvieras entre nosotros.
Cuántas
lecciones maestro y a tan corta edad, a tus 34 años te arrebataron la vida. Si
vale maestro Jorge, reciba un abrazo de tus seguidoras y seguidores, de tus
eternos aprendices de las aulas de la lucha de clases.
No hay comentarios:
Publicar un comentario