Luis Rafael Peñalver Bermúdez
lpenalver@mppeu.gob.ve
Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria
Quiero expresar mi sincero agradecimiento al Comité Organizador del Primer Congreso Internacional de Estudios Territoriales y Ecosociales, por invitarme a participar como conferencista en el Área de Estudios Sociales, que tuvo cinco temas de alto interés, referidos a Poder Popular, Participación Política, Educación y Ciencias Sociales, Socialismo y Transformación Ciudadana. Desde esta orientación general, si pudiera decirse, intentaré vincular tres campos, ellos son: Socialismo, Educación y Poder Popular.
Socialismo del Siglo XXI parece, hoy más que nunca, una frase escandalosa que ha tenido la dicha de convertirse en vedette política de los más diversos escenarios nacionales e internacionales. Su más famoso y renombrado mentor, el Comandante Presidente Hugo Chávez, pudiera ser imputado de causar un terrible terremoto cognitivo cuyas ondas siguen recorriendo los espacios de la derecha histérica, hasta los de la ultra izquierda autollamada radical. En el país, aparte de las múltiples concepciones que se han publicado sobre el tema y que tienen como autor, entre otros, al mismo Presidente, también opinan a diario, en número considerablemente significativo, quienes adversan la Revolución Bolivariana, quienes la apoyan totalmente, quienes la apoyan parcialmente, quienes prefieren ver las cosas de lejos y quienes asumiendo una aparente neutralidad y objetividad, también hacen sus particulares apuntaciones.
Otros factores políticos nacionales, que les encanta y excita autodenominarse democráticos o socialistas democráticos, ya tienen decidido y conocido, según ellos: por “todos”, lo que pasará en Venezuela y el cuento más o menos es este: “se iniciará un socialismo perverso, pasará por el comunismo y culminará en fascismo o nazismo, porque el Teniente Coronel Chávez sigue los consejos de Fidel (Castro), quien también es bla, bla, bla”. Sé que ustedes están muy enterados de lo que estos factores políticos, que son más bien factores desestabilizadores definitivamente disociados, despotrican diariamente por casi todos los medios posibles, hasta por Venezolana de Televisión, aunque luego van a otros canales y dicen que no hay libertad de expresión.
En estos escenarios de discusión, que están construyéndose y desarrollándose todos los días, también concurren otros factores de opinión que tienen que ser atendidos críticamente y, además, con el mayor cuidado. Ahora me refiero a los “socialismólogos”, “especialistas en socialismo” o “expertos en socialismo”. Que nadie, léase bien, absolutamente nadie, considere que tiene algún privilegio para hablar en nombre del Socialismo y muchos menos en nombre del Socialismo del Siglo XXI. Y esto lo señalo, porque hasta el mismo Presidente ha repetido hasta el cansancio que el Socialismo para Venezuela hay que inventarlo; tenemos, así, en letras destacadas, TENEMOS que crearlo, que concebirlo, que parirlo, que criarlo y que cuidarlo. Lo que formulemos sobre el Socialismo del Siglo XXI, tendría un propietario: el pueblo de Venezuela, las ciudadanas y los ciudadanos de este país, que podría emerger con nuevos sentidos en el poder popular.
Ojalá que a las instituciones educativas, oficiales o privadas, no se les ocurra la atroz idea de diseñar carreras de grado para otorgar títulos de Licenciatura, Profesorado o Técnico en Socialismo o acudir a otros dispositivos de saber-poder como cursos, diplomados, especializaciones, maestrías, doctorados, posdoctorales, presenciales, virtuales y a distancia, para legitimar ciertos conocimientos, descalificar otros e impedir que buena parte del pueblo no pueda inscribirse. Digámoslo de otra manera: si alguna de estas figuras llegara a tener algunos requisitos, como no sean leer, escribir y querer construir una Venezuela distinta, otra vez estamos repitiendo la película que representa el peor de los flagelos que ha sufrido buena parte de nuestro pueblo: la exclusión.
Decimos que el debate acerca del Socialismo y del Socialismo del Siglo XXI, porque son dos cosas diferentes, será un auténtico debate, democrático, participativo y protagónico o no será. Y disculpen estas palabras que parecen más bien un llamado de atención, pero no habrá lugar ni tregua para discursos privilegiados ni que gocen de ciertas prerrogativas porque han adquirido cierto pase de cortesía. Más bien podemos aprovechar este debate sobre Socialismo y Socialismo del Siglo XXI, para fortalecer los valores de una nueva ciudadanía, de una ciudadanía que construirá su porvenir en el presente. Amigas y amigos, el asunto es, al final, ¡cuidado con los apóstoles del Socialismo para el Siglo XXI y los falsos profetas ídem!
Me voy a permitir en este calentamiento preliminar, compartir otra idea que, esquemáticamente, tenía guardada para el final, pero que en el proceso de rebobinar algunas cosas, decidí que mejor era curarme en algo que podríamos llamar salud ética y exponerlas en la presente obertura. La expresaremos telegráficamente y luego pretenderé ampliar un poco. El asunto es el siguiente: si hay un dato que tenga el mayor espesor en este debate acerca del Socialismo, la Educación y el Poder Popular, es el que nos involucra a nosotros mismos como seres humanos. Vamos a explicarlo. Podemos hacer una especie de “carrera socialista”, si ello llegara a existir, e ir a cuanto evento político o académico se presente, escuchar disciplinadamente todos los Aló Presidente y las alocuciones de todas las cadenas, contar con una biblioteca de textos, comprados o expropiados, del pensamiento socialista mundial, la educación y el poder popular: adquirir los libros que el Presidente ha promocionado, leer las obras completas de Marx, Engels, Lenin o Mao, por lo menos; uniformarnos de socialista y decir algo que parezca importante sobre el poder popular y, además, vociferar por los cuatro vientos: ¡soy socialista, creo en el poder popular! Lamento decirles que le vamos a echar a perder la fiesta a un grueso considerable de amigos y amigas, pero todo eso que hemos nombrado puede que represente un reconocible y quizás hasta gratificante esfuerzo, pero, aun así, no es suficiente.
Digámoslo otra vez: NO ES SUFICIENTE PARA SER SOCIALISTA. Edgar Morín, nuestro amigo que ha repotenciado el pensamiento complejo y la complejidad, habla de las cabezas bien llenas y de las cabezas bien puestas. Esto bien pudiera servirnos de ejercicio para hacer dos interrogantes: ¿Vamos a tener cabezas bien llenas de Socialismo del Siglo XXI y del Poder Popular? o ¿Vamos a tener cabezas bien puestas de Socialismo, del Socialismo del Siglo XXI y del Poder Popular? El Socialismo del Siglo XXI, la Educación y el Poder Popular podrán debatirse, por supuesto, como forma diferente de vivir, porque constituyen una lucha permanente contra el capitalismo y sus valores; pero también estamos obligados, éticamente hablando, a debatir como otra forma de ser ciudadano o ciudadana; es decir, para transformarnos en auténticos seres humanos.
Si estos debates y reflexiones acerca del Socialismo del Siglo XXI, la Educación y el Poder Popular no retuercen nuestras fibras y muchos de los valores con los cuales hemos vivido o convivido, le estaremos quitando una oportunidad a la Venezuela que se construye, por una razón muy sencilla: el Socialismo del Siglo XXI, la Educación y el Poder Popular pudieran ser buenos para declararlos o nombrarlos, pero es mejor para vivirlos y vivirlos plenamente. Parafraseando al amigo Rigoberto Lanz, diríamos: entusiásmese por vivir socialistamente en la educación y en el poder popular. Aquí lo importante es saber en cuál parte de la cancha de juego está usted, ello en el entendido que está en la cancha y no en las gradas mirando como pasan los tiempos del juego que, por cierto, se inició hace un largo rato.
Pudiéramos decir también que una oportunidad estelar se nos presenta en este debate. Si quieren debatan con el Presidente, desquítense con quienes hacen propuestas relacionadas con el Socialismo, la Educación y el Poder Popular, póngase en total desacuerdo conmigo, pero, por favor, por favor, debatan sus propias ideas, piensen sus propios pensamientos. Tómense tiempo para ello. El debate que nos convoca desde el Socialismo, por ejemplo, entendido como las experiencias de pensamiento construidas y experiencias sociales vividas, y el Socialismo del Siglo XXI, como pensamiento y experiencia por construir, involucra no solo el factor de apellidamiento político como socialismo cristiano, socialismo utópico, socialismo democrático, socialismo marxista, entre otros, y lo llamamos sencillamente Socialismo del Siglo XXI, también contiene temas transcendentales muy significativos porque, en primer lugar: estamos implicando el presente y el futuro de nuestras propias vidas y de otras que vendrán; en segundo lugar: porque estamos empeñados en transformar las prácticas económicas, políticas, sociales, culturales y educativas, entre otras; y, en tercer lugar: porque construiremos (juntos) otro modo de vivir.
Esta discusión tendrá que ocuparse, necesariamente, de las múltiples lecciones históricas que tendremos que hacer para tener un inventario crítico de grandes patrimonios del pensamiento socialista como Saint Simon, Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir Ulianov (Lenin), León Troski, Rosa Luxemburgo, Mao Tse Tung, Ho Chi Min, Ernesto Guevara, Fidel Castro Ruz y, junto a ellos, ampliar nuestros horizontes en América Latina y el Caribe y el resto del mundo en general y en Venezuela de manera particular, desde las creaciones del Maestro Simón Rodríguez, hasta el Presidente Hugo R. Chávez Frías. Como dice el mismo Presidente: debemos buscar tiempo para estudiar, leer y escribir; yo agregaría, que quien se presuma o quiera llamarse o le gusta ser nombrado socialista, está condenado a estudiar, a leer y a escribir. Un socialista serio, una socialista seria, estudia, lee y escribe. Y que conste, esta es una consideración ética.
Tal vez, hasta tengamos que hablar con el Presidente para inaugurar otra Misión, la Misión Socialismo para el Siglo XXI; mientras tanto, no hay excusa que valga para desentenderse de la gran responsabilidad que tenemos en la concepción, desarrollo, evaluación y reajuste del denominado Tercer Motor: Moral y Luces, Educación en Todos los Espacios. Aquí está, sin lugar a dudas, una oportunidad pedagógica con la cual no habría soñado jamás persona alguna, pues nos referimos, nada más y nada menos, que a la lógica de inclusión más extraordinaria que puede exponerse así: en cualquier parte de nuestra República donde hayan por lo menos dos personas, allí podemos encender el Tercer Motor, el Motor de la Moral y de las Luces, el Motor de la Educación, el Motor del Pensamiento y la Práctica Socialista en Construcción. Por supuesto, aquí habrá que enfrentar a quienes aun tienen una idea de espacio educativo identificada con la institucionalidad de las aulas. En los recintos escolares, entre ellos los de la Universidad, se pueden asfixiar la Moral y las Luces, si
creemos que ese es el espacio privilegiado para el Tercer Motor. Mucho cuidado, porque las paredes institucionales pueden ayudar a arrancar el Tercer Motor, pero no podrán mantenerlo encendido por mucho tiempo porque faltaría la energía fundamental: el calor del pueblo. Ese será el auténtico combustible.
Otra de las lecciones históricas, aparte de las referidas al pensamiento socialista en su más amplia diversidad, son las relacionadas con las experiencias de vida social implicadas con los múltiples socialismos. Allí tenemos el compromiso de acercarnos a los relatos vinculados con la Comuna de París, comentada por Marx, la Revolución Rusa, desde Lenin hasta Gorvachov, pasando por Stalin y Nikita Kruchov; la Revolución de la República Popular China hasta los tiempos recientes, las experiencias de Corea, Cuba, Chile, Guatemala, Albania, Vietnam y Camboya, pasando por el presente reciente latinoamericano en el contexto de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR). ¿Dijo usted Socialismo del Siglo XXI? Bueno, aquí tiene un entremés exquisito: iniciar por el corazón y el espíritu mismo del Socialismo. No tenemos oportunidad para los desastres ni para las copias políticas por muy buenas que algunas nos parezcan, ni para perder la oportunidad de reconstituirnos como ciudadanos y ciudadanas de primera, a través del fortalecimiento del poder popular por medio de una educación auténticamente emancipadora.
Esta es una oportunidad que NOS PERTENECE. Mucho cuidado con esas organizaciones que siempre andan inventando trampas para ser reconocidas como portadores de…, defensores de… o creyentes en…, cuando lo que buscan son cuotas de poder y mecanismos arribistas para sus directivas y quienes logren acercárseles. Llamarse socialista, socialista para el siglo XX o revolucionario, para no serlo, es vivir en un remedo ético de corte capitalista y si usted habla como capitalista, piensa como capitalista, gestiona como capitalista, funciona como capitalista, camina como capitalista, trata a la gente como capitalista, escribe como capitalista, sueña como capitalista, entonces no le queden dudas: usted es capitalista por muy socialista que se nombre o lo nombren. Quizás llegue el momento en el cual comencemos a exclamar auténticamente: “recuerdo cuando yo era capitalista…” y allí, señoras y señores, dará comienzo (es posible) a la otra Historia de Venezuela, aunque no está demás decir que en el medio educativo hay mucha gente que ha sido y es socialista: con espíritu de solidaridad a toda prueba, éticamente irreprochable, de cultura ciudadana intachable, con respeto profundo por el ser humano y la naturaleza, con un ejercicio profesional responsable, con amor a la gente y al trabajo, de pensamiento humanista profundo, con cultivo permanente de sí y aspirando a construir otro país con la perspectiva del poder popular. Busquemos ahora los impulsos necesarios para una aventura de grandes dimensiones en pro del Socialismo del Siglo XXI. Y les doy un dato: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y las Leyes dirigidas a fortalecer el Poder Popular, el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación, constituyen parte de nuestro equipaje Rumbo al Socialismo, aquel famoso RAS que mencionó el Presidente en una oportunidad.
Quisiera sintetizar esta primera parte con unas palabras del nombrado amigo Rigoberto Lanz, quien dice, en un artículo intitulado Borrón y cuenta nueva: el socialismo que viene, lo siguiente:
Queda claro pues que nunca partimos de cero en estos menesteres, pero más claro aun ha de quedar que se arrastra una pesada herencia en el pensamiento y la experiencia llamadas “socialistas” que es preciso colocar en su lugar. Alguien podrá argumentar con alguna razón que no todo fue negativo en este penoso trayecto. En efecto, muchos aportes teóricos quedaron por allí machacados por el implacable ejercicio del poder de los aparatos. Esos aportes han de ser reivindicados críticamente para repensar hoy un horizonte nuevo de la idea de revolución.
Vamos ahora a una segunda parte, aunque ya hay aspectos que hemos mencionado en la primera. Trataré de trazar una cartografía de posibilidades desde la cual pudieran concebirse unas agendas para el trabajo socialista por-venir, en el entendido que tales agendas serán posibles si y solo sí se construyen en el espíritu del debate y de la crítica de pensamiento, en el contexto de la creatividad, la participación, el respeto, la responsabilidad y la libertad. Si ello no llegara a ocurrir, lo más probable es que tengamos aplazada la unidad curricular más importante: creer en nuestras propias posibilidades, creer en nosotros mismos, creer en nuestro pueblo. Lo diremos de otra manera: si allí la máxima calificación cuantitativa corresponde a veinte puntos, estamos obligados a obtener sobresaliente y contar con veintiún puntos. Por cierto ¿Cuánto sacaría usted? Ahora, ¿Cuáles serían, puntualmente hablando, esas claves1 para promover en nosotros y en la educación venezolana, una sintonía hacia el Socialismo para el Siglo XXI?
1. Nuestra primera clave está representada por la lucha feroz y a brazo partido contra antivalores como el egoísmo y el individualismo, pronunciadamente capitalistas. No bastará con enseñar qué es solidaridad o aprender qué es solidaridad; es decir, no hay lugar para que el profesorado se sienta satisfecho por haber “dado” una clase brillante sobre solidaridad y el estudiantado ande muy contento porque aprobó una evaluación sobre el tema de la solidaridad. Para los efectos del Socialismo del Siglo XXI, uno y otros están claramente aplazados. Pero, buena noticia, podrán ir a reparación. Solo que la prueba para ambos será una cuestión muy sencilla que consistirá en generar una cultura de vida solidaria. La palabra es buena, pero el gesto conciente transforma y reconstituye nuestra humanidad. La responsabilidad social que hoy tenemos es indelegable y la solidaridad puede imprimirle un sello transformador.
2. El Socialismo del Siglo XXI, como posibilidad, se construye con y desde los movimientos sociales emancipatorios. Impulsar en la escuela, con la escuela y desde la escuela, movimientos con fuerza y determinación con responsabilidad social y de participación, pudiera fortalecer experiencias como las cooperativas, los consejos comunales, las comunas, los consejos locales de planificación y las asociaciones productivas, donde la conformación de lazos de cooperación y definición de visiones conjuntas, sean una prioridad. Nuestras experiencias pedagógicas y de gestión escolar tendrán que hacerle lugar a una especie de reingeniería pedagógica y de gestión, basadas en las decisiones colectivas, en la consulta, en el diálogo, sin imposiciones ni exclusiones.
3. El Nuevo Socialismo (otra manera de nombrarlo) tendrá como soportes fundamentales la libertad y la justicia y en las instituciones educativas, uno y otro valor pudieran constituirse en ejes transversales para ser y para vivir, no solo para estudiar; donde la libertad es lo que me hace ser responsable de lo que soy y la justicia para impedir a toda costa el sometimiento y la explotación de unos por otros. Ya decían Marx y Engels en el Manifiesto Comunista que “El lugar de la antigua sociedad burguesa…será ocupado por una asociación en la que el libre desarrollo de cada uno será la condición del libre desarrollo de todos”. Así, la libertad tiene un contenido importantísimo en nuestro debate. Todo germen represivo que atente contra el desarrollo de las personas y de los pueblos, va en dirección contraria al espíritu que aspiramos a promover desde el Nuevo Socialismo. Acudiendo a unas palabras del ex Vicepresidente de la República, Jorge Rodríguez, la única dictadura posible es la dictadura de la democracia y, agregamos nosotros, de la justicia y la libertad. El retorno pedagógico en estos contextos, sería ganancia neta para el futuro socialista de
nuestro país.
nuestro país.
4. En el Socialismo del Siglo XXI, acudiendo a un “viejo” pensamiento del amigo Rigoberto Lanz, hay que entusiasmarse por vivir. Alguien con espíritu socialista vive en una pasión desbordante, en un éxtasis por vivir, con relaciones de intensidad, a construir la mayor suma de felicidad, como dijo Simón Bolívar. Así podremos rediseñar nuestras responsabilidades pedagógicas. Una auténtica pedagogía que dé lugar al arte, la música, la poesía, las expresiones populares, la vida común y ordinaria, el acontecer diario, al ruido de la calle, al sentir de nuestra gente, pudiera ser un buen comienzo.
5. El Socialismo del Siglo XXI, al menos el que aspiramos, tiene un privilegio fundamental por la educación, pero por una educación concebida fuera de los estándares rutinarios. Esa visión que privilegia lo escolar y escolarizante como espacios exclusivos para la educación, arruina la posibilidad de compartir experiencias con otros seres humanos que han sido históricamente excluidos. La Nueva Escuela tendrá un nombre: República Bolivariana de Venezuela. La escuela tendrá que inventar estrategias para salir de las escuelas y las universidades y las misiones educativas, tendrán que hacer algo similar o correrán el riesgo de ver comprometidas sus responsabilidades sociales. Por ejemplo, la Misión Robinson transcendió los actos de leer y escribir como únicas posibilidades y ahora hace fuerza en el ejercicio de la ciudadanía, en el ser republicano ¿Dónde y cuanta fuerza hacemos nosotros?
6. El Socialismo del Siglo XXI será la alternativa al capitalismo, apostando, en principio, por quienes han sido menos favorecidos, como nuestros conciudadanos pobres de ciudades y pueblos, la población campesina, las comunidades indígenas. El Socialismo del Siglo XXI pudiera ser un proceso político inclusivo para quienes habitan este país y con atención especial para la niñez y la juventud abandonadas y a quienes, por múltiples razones, aun deambulan sin hogar. Con todos los esfuerzos del gobierno, aun vemos estas indignidades sociales. Y parte de ese esfuerzo pendiente, pasará por luchar tenaz e implacablemente contra la corrupción, la corruptela y los corruptos, vengan de donde vengan; el burocratismo, la no transparencia en el manejo de los recursos. La escuela podrá ser el espacio para enfrentar la corrupción, luchar decididamente contra la burocracia (incluida la del pensamiento) y promover la vocación por la honestidad. Hay una práctica perversa que atenta contra la atención a tiempo de los sectores nacionales menos favorecidos. Quienes anden por esos
caminos tendrán que ser denunciados con pruebas, separados de sus responsabilidades y sometidos al imperio de la Ley. Tenemos que erradicar los mecanismos que producen damnificados sociales. Una vida digna es el norte: trabajo, educación, cultura, alimentación, sanidad, vivienda, agua potable y energía eléctrica,
tendrán que formar parte de proyectos integrales de inclusión. Ahí está un baremo social preliminar.
7. La violencia es un aspecto por atender. El asesinato pareciera el camino más corto para contar con unos zapatos de marca, dinero inmediato o, sencillamente, arreglar un desencuentro. La cultura de la muerte se nos está haciendo tan natural, que ya el linchamiento nos parece legítimo y hasta justo. El “ojo por ojo y diente por diente” recorre los espacios sociales y escolares. Los extremos son tales, que se atenta violentamente contra los demás, porque lo importante son “mis” problemas o los problemas de un sector y el resto, simplemente, no importa para nada. Esa cultura de la muerte, de la violencia y contra los derechos de los demás, es contraria al Socialismo del Siglo XXI. Aquí tenemos que ser extremadamente creativos para instalarnos, léase bien, en una cultura por la vida, en una cultura de la vida, en una cultura de paz, en una nueva cultura ciudadana o los linchadores serán los nuevos héroes superpoderosos.
8. El Socialismo del Siglo XXI podrá ser la oportunidad histórica para darle cuerpo al diálogo intercultural, plurilingüe y diverso. No queda lugar para acudir a mecanismos que intenten colocar unas culturas por encima o por debajo de otras. Cada cultura tiene su historia, sus valores, sus protagonistas y sus potencialidades y nada ni nadie podrá despojarlas de tales características. Todas las lenguas, sin excepción, merecen atención en los espacios educativos. Habrá que darle precisamente por la lengua a quienes califiquen como infralenguas, dialectos o microidiomas, a otros idiomas. Lo diverso y la diversidad deben gozar de nuestro mayor respeto. Pareciera contradictorio, pero lo que nos hace humanos e iguales es nuestra diversidad. Los
odios y las diferencias contra otros seres humanos son intolerables en la nueva sociedad socialista y en la nueva educación.
9. El Socialismo del Siglo XXI avanza en la medida en que lo hacen la participación y el poder popular. El Socialismo del Siglo XXI es un asunto muy serio como para dejarlo en manos del funcionarato de siempre, sea designado o elegido. Más poder para el pueblo no es una consigna, es una determinación para el éxito del Nuevo Socialismo. Las formas de democracia directa ejercida con altos criterios de responsabilidad ciudadana, el reforzamiento del poder popular local a través de los Consejos Comunales como alternativa para una nueva gestión de las políticas públicas, el descentramiento en la administración de presupuestos y gastos, la creación de los Consejos Populares en Defensa de la Educación Pública, podrán ser parte del nuevo poder popular alejado de las cofradías partidistas, las macoyas arribistas y los aprovechadores de oficio.
10. El Socialismo para el Siglo XXI será posible con una auténtica Revolución. Una Revolución que tendrá, primeramente, que ocurrir en nosotros y que atraviese nuestros pensamientos, valores y formas de ser. Una Revolución que fracture la pesadez del Estado capitalista, la ineficacia de sus leyes y normas, la burocracia antihumana; una Revolución que provoque una conmoción institucional necesaria para que los organismos y sus actores recuerden la responsabilidad pública y que se deben, en primer, segundo y tercer lugar, a cualquier ciudadano o ciudadana que así lo requiera. Una revolución que también recorra todos los rincones del Sistema Educativo Venezolano. Al final, se trata de una Revolución con potencialidad de auténtica transformación.
10. El Socialismo para el Siglo XXI será posible con una auténtica Revolución. Una Revolución que tendrá, primeramente, que ocurrir en nosotros y que atraviese nuestros pensamientos, valores y formas de ser. Una Revolución que fracture la pesadez del Estado capitalista, la ineficacia de sus leyes y normas, la burocracia antihumana; una Revolución que provoque una conmoción institucional necesaria para que los organismos y sus actores recuerden la responsabilidad pública y que se deben, en primer, segundo y tercer lugar, a cualquier ciudadano o ciudadana que así lo requiera. Una revolución que también recorra todos los rincones del Sistema Educativo Venezolano. Al final, se trata de una Revolución con potencialidad de auténtica transformación.
Bueno, pudiéramos decir que esto es una especie de decálogo que podrá estirarse, encogerse, transformarse o, definitivamente, cambiarse; para eso, precisamente, es el debate en torno al Socialismo del Siglo XXI. Permítanme culminar con unas palabras del amigo Juan Carlos Monedero: No sabemos cómo es el socialismo del futuro, pero sabemos cómo no debe ser. Por eso hay un horizonte firme: todo lo que supere al capitalismo, logrando la alternativa [de] hegemonía social, va en la dirección correcta. Por eso, el socialismo del nuevo siglo debe desbordar al capitalismo, acentuar su condición contradictoria, acelerarle sus callejones sin salidas, usar sus recursos para demostrar su inhumanidad, su ineficiencia, su carácter depredador.
Ahora una pregunta final ¿Quiénes tienen disposición para construir el Socialismo del Siglo XXI, siendo auténticamente Socialistas del Siglo XXI? Esa es la cuestión.
Ciudad Bolívar, junio de 2010
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