Por: Gaspar Velásquez Morillo
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Un escarpelo le pasó por su carae´palo y cuero cabelludo la Central de Inteligencia norteamericana a Julio Montoya.
La CIA sin escrúpulo alguno lo sometió -a inocencia de él- a una potencial sanción, suspensión temporal de funciones o suspensión de su inmunidad parlamentaria al exhortarlo a nombre de la salud financiera de la patria a dar altisonantes declaraciones sobre el destino de las reservas en oro del patrimonio de la República Bolivariana de Venezuela.
La “invitación” imperial a Montoya fue garantizarle sus 5 minutos de gloria pero antes las respuestas tanto documental como testimonial de la artillería gubernamental y de la opinión pública nacional, por adelantado desbarató, los planes de la CIA de desestabilizar, propiciar la pérdida de confianza de la República antes sus pares y socios comerciales y aislar a Venezuela del escenario internacional.
De toda esa trama urdida contra la patria había que buscar una figura, ya no tanto atrevida, sino que por el contrario, voluble de ser utilizada y con sed de gloria y chasqueando sus dedos el Imperio cuenta con la certeza y aparece el nombre del flamante diputado por el estado Zulia, Julio Montoya y de telonero a Miguel Ángel Rodríguez.
El parlamentario se percató de lo que le hicieron desde EE.UU. y con una cara de cera y evidentemente nervioso se presentó a la sesión de la Asamblea Nacional donde se notaba la ausencia de diputados y diputadas de la oposición que cuestionaron hacia adentro la temeridad de Montoya por morder el peine del gobierno quien cuando se antoja marca la agenda nacional y opaca cualquier acción de la MUD y de sus factores integrantes. Pues lo dejaron sólo a Montoya en la plenaria, salvo con algunas intervenciones con deplorable argumentación y triste elocuencia, puesto que pretendían desviar el debate y darle aire con la toalla en la esquina del ring al diputado por el Zulia, ocasión que aprovechó el fachoso de Miguel Ángel Rodríguez quien ante la ausencia de William Ojeda, ay! gozoso, se lanzó al ruedo con la galantería de torero de terneros y aguajero como él solo, para hacerle así la segunda a Montoya, no se sabe si INAMEH lo reportó pero en el Táchira había lluvia pero de vergüenza a saber los electores y electoras de tener su gentilicio un “representante” de esa catadura o caradura moral y ética; pero lo que no debe olvidar nunca “Granielito” es que aún el activismo político opositor del Táchira le tiene la cuenta pendiente por su oportunismo y por desplazar y triturar con apoyo de dirigentes nacionales de la MUD a genuinos dirigentes del patio. Que aún no cante victoria. Táchira guarda y no olvida.
La CIA quemó a Julio Montoya, exaltándole el ego y su vanidad, exponiendo su imagen y trayectoria a las sanciones éticas y penales que implica ser Traidor a la Patria al revelar informaciones de Estado que ameritan determinada discrecionalidad en el tratamiento público. ¿Qué le importa eso a la CIA? ¿Qué es eso para la CIA?
A la final, el diputado Montoya reculó y con los coscorrones que recibió de su partido, ahora ya con un estilo muy distinto al belicoso que utilizó en la rueda de prensa, y moderado y modulada voz admitió que él difiere es en el método, en la metodología de repatriación de las reservas en oro.
La CIA llevó a cabo una acción controlada para medir la capacidad de reacción del gobierno y obtuvo por reacción, una respuesta patria, que da por entendido la ascendencia popular del líder fundamental, Hugo Chávez Frías, y la aceptación del pueblo a la hidalguía nacional.
La Planificación Estratégica Situacional lo contempla, pero es posible, que el punto de cuenta del Banco Central de Venezuela remitido al presidente Chávez sea un acto deliberado para que se filtrara a filas opositoras, lo que se denomina “Operación K”; pues bien, Julio Montoya y Miguel Ángel Rodríguez quedaron triturados inocentemente por las “Operaciones K” del Imperio y del alto gobierno venezolano. Es la lucha de dos inteligencia frente a frente pero desde Venezuela jugamos limpio.
Es probable que para otra ocasión la prudencia sea la mejor consejera que de ser así hubiesen calculado mejor y toda la prensa nacional e internacional estuviera hablando del precandidato de Un Nuevo Tiempo y minimizando a fuego lento la desaparición de Manuel Rosales de la política venezolana pero el precandidato y todo su equipo electoral de Un Nuevo Tiempo y hasta Teodoro Petkoff deben estar dedicándole algunos madrazos al diputado Montoya que para mayor precisión de sus características físicas se estilizó un candadito con su barba y bigote, en tanto que “Granielito” protestó que lo llamaran esperpento.
Ramos Allup al culminar el triste espectáculo de la MUD en la Asamblea Nacional donde se discutía un solo punto: Reservas en Oro, suspiró y masculló entre labios con humildad y sencillez de su característica personal: - Pendejos! mientras no se dejen aconsejar por mi, estarán expuestos a la desaparición histórica.
Ante la confesión del alma, la Mona Lisa que decoraba la pared de la oficina y que logró escuchar al Líder adeco amplió el margen de la sonrisa al borde de la carcajada y ante la mirada repentina de Ramos Allup al cuadro, la imagen volvió de ipso facto a su imagen original de un ¼ de sonrisa, sonrisa con la cual Lusinchi autorizó que enviaran el oro a Londres.
Quizás en el Zulia y en el Táchira el activismo político patriótico coloque una pancarta con el rostro de Montoya y “Granielito” respectivamente pero que tendrán en común el lema: ¡Traidores a la Patria!
NOTA: Cuando el Ministro dijo Esperpento, una diputada opositora suplente de larga cabellera que guardó silencio toda la sesión le preguntó con discreción al diputado de al lado: -¿que dijo? Y la pregunta corrió como un susurro por toda la bancada opositora hasta que Miguel Ángel Rodríguez respondió a la curiosidad colectiva con desdén de sabio engreído: -Es una mala palabra; la respuesta de “Granielito” enervó a la bancada opositora y como si fueran vagones del Metro de Caracas, cada uno de los diputados y diputadas ofendidos y entrelabios le sumaban madrazos a quien pronunció inicialmente la palabra.
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