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El socialismo es ciencia, no por una consigna, sino porque se basa en el materialismo histórico dialéctico. Una dialéctica para construir y para el avance de la humanidad. No una dialéctica para destruir y la crítica sin propuestas.
Si bien la dialéctica implica contradicciones entre intereses, generalmente de clase; la contradicción en el discurso y la práctica de un actor no son para nada recomendables ni deseables.
Se ha escrito “Debemos prestigiar a nuestros científicos, tanto como se realza a la vinotinto. Los héroes son reflejo del alma de su país” (Un Grano de Maíz, 05/08/11), argumento carente de una crítica al cientificismo y el carácter de clase de los científicos, que asume la ciencia-tecnología como neutral. Además, se realza la ciencia soviética, cuya explotación de la naturaleza fue tan irracional como la del capitalismo imperante. Al aceptar los términos del desarrollo que impone la dominación, se asume inmediatamente una desventaja.
Ahora bien, las carencias de un concepto claro del papel del conocimiento en el socialismo, puede formar parte del proceso de construcción colectiva de nuevas categorías y métodos de análisis. Sin embargo, esa deficiencia no puede justificar la alienación a las instituciones y modos de pensamiento establecidos por el bloque histórico dominante.
El papel de quienes quieren construir un mundo mejor debe ser dar el debate y definir la forma en que se enfrentará esta oportunidad histórica.
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