Publicado por: WebMaster FENASINPRES
Fechal: 08-02-2011
En sus tiempos de niño, José Pío Tamayo Rodríguez ( 4 de marzo de 1898 – 5 de octubre de 1935) soñaba con ver el circo. Disfrutaba ver los animales exóticos y las maromas de payasos y equilibristas, además de escuchar las voces extrañas de hombres y mujeres nacidos en otras latitudes que vivían en un incesante peregrinar de pueblo a pueblo.
Pío Tamayo, como se le conoció siempre, se enamoró después de la lectura, que le abrió las puertas del conocimiento y de los nuevos rumbos que se trazaban en el mundo para los desposeídos, muchos de los cuales crecieron con él en El Tocuyo rural que le tocó vivir.
Hijo de José Antonio Tamayo Pérez y de Sofía Rodríguez, medianos hacendados de la localidad, Pío se hizo militante del periodismo cuando todavía no había soltado la niñez. En su escuela primaria funda El Juvenil, medio de información que redactaba con dos de sus grandes amigos de esa época, los hermanos Lozada: Edilio (o Hedilio, como puede verse en algunas de sus biografías), y Alcides.
Más adelante funda también otra publicación con el nombre de Saltos y brincos y pasa luego a otra experiencia que decide llamar Ayacucho. Pero la escuela La Concordia debe cerrar por la muerte de Egidio Montesinos, su dueño y director, por lo que sus padres lo envían a Barquisimeto para que estudie en el colegio La Salle, alternando con el trabajo de tipógrafo, el cual le cautivó toda la vida. Allí funda la revista Renacimiento.
La muerte de su padre lo lleva de nuevo a El Tocuyo. Era menester que se encargara de la hacienda El Callao, porque de allí surgían los recursos para el mantenimiento de la familia.
Ser uno de los propietarios y el administrador del fundo le permitió mejorar las condiciones de sus trabajadores con la aplicación de tecnologías novedosas.
Compró tractores, instaló servicios sanitarios para los peones, dotó de luz eléctrica las casas y la hacienda, fundó una granja porcina y el primer transporte colectivo entre Barquisimeto y su ciudad natal, para que los menos favorecidos pudieran trasladarse a un bajo precio.
Pero Pío Tamayo no tuvo la capacidad de convencer a sus trabajadores para que formaran una cooperativa que le prestara los mismos servicios pero con mayores beneficios para ellos. Era difícil que entendieran otro tipo de relación laboral que la conocida hasta entonces y una cooperativa era algo que se veía peligroso para sus empleos y salarios.
El gobierno de Juan Vicente Gómez no veía con buenos ojos que se tuviesen consideraciones con peones y campesinos. Tampoco que se les instruyera. Por eso comienzan a perseguir a Tamayo, quien, por consejo de su madre, sale del país con rumbo a San Juan de Puerto Rico en un periplo que le lleva a conocer Nueva York, La Habana, Panamá, Guatemala y San José de Costa Rica.
En La Habana conoce a fondo el marxismo. Participa en la formación del Partido Comunista de Cuba y se une a un grupo de venezolanos que luchaba en contra del régimen gomecista. Su participación en esa ciudad fue fructífera. Escribe en el periódico Venezuela libre y en la Revista universitaria, logrando una gran influencia en la fundación de la Unión Obrera Venezolana.
Es expulsado de Panamá y Guatemala por razones políticas, por lo que decide regresar al país en 1927. Participa en las actividades del Carnaval de 1928 con un poema llamado Homenaje y demanda del indio, cuyo texto ofende a los gobernantes de turno. Es apresado en el castillo de Puerto Cabello, donde funda una escuela para los analfabetos y otra de marxismo para los presos políticos. Esta actividad le ocasionó su reclusión en una celda especial de castigo donde se contagió de tuberculosis. En diciembre de 1934 fue liberado por enfermedad y diez meses después muere en Barquisimeto. Escribió un tratado de economía política que fue incinerado por sus carceleros y una novela que llamó: Charles Lindberth llegó a Venezuela.
El presidente del Parlamento Nacional, Fernando Soto Rojas, informó durante una asamblea de trabajadores el pasado sábado en la Plaza Bolívar que iniciará las gestiones para trasladar los restos mortales de Pío Tamayo al Panteón Nacional.
“Tenemos el consentimiento de sus familiares y del liderazgo institucional de El Tocuyo. Tamayo hizo un llamamiento a los socialistas de este país para que construyan el socialismo con la libertad, con la ciencia, con el arte y con la belleza. Echémosle pichón, pues”, expresó.
__________________
Mi muy querida mamá…
“Piense antes de leer ésta que el hijo que se la escribe la quiere mucho, mucho, muchísimo…¡Siempre había de escribirle desde el presidio, la carta del adiós! Hace cinco años en su nombre dije mi testamento. Estuve amenazado por la muerte. Hoy estoy agarrado por las tenazas de sus manos. Y antes de morirme, le hago mis letras postrímeras a los veinte días de una hemorragia frecuente, con las manos sin fuerzas, porque la sangre falta ya a mis venas. Muero asesinado por los verdugos que asesinan también a Venezuela. Me matan con crueldad calculadora…”
“Supe que mi condena obedece a que tengo escuela de comunismo en el castillo. No de comunismo, pero sí de idealidad avanzada…”
“El general Gabaldón, mensajero de este adiós, le contará de estos días crueles y le dirá como supe sonreír bajo el dolor y permanecer sereno ante la dureza del ataque. Que las palabras de mis amigos y la seguridad de que las sendas del bien eran el camino que yo quería recorrer, pongan un poco de consuelo en tu corazón… madre querida.
“La quiere mucho, mucho, muchísimo… Pío
Igor García/Ciudad CCS
http://ciudadccs.info/?p=142977
En sus tiempos de niño, José Pío Tamayo Rodríguez ( 4 de marzo de 1898 – 5 de octubre de 1935) soñaba con ver el circo. Disfrutaba ver los animales exóticos y las maromas de payasos y equilibristas, además de escuchar las voces extrañas de hombres y mujeres nacidos en otras latitudes que vivían en un incesante peregrinar de pueblo a pueblo.
Pío Tamayo, como se le conoció siempre, se enamoró después de la lectura, que le abrió las puertas del conocimiento y de los nuevos rumbos que se trazaban en el mundo para los desposeídos, muchos de los cuales crecieron con él en El Tocuyo rural que le tocó vivir.
Hijo de José Antonio Tamayo Pérez y de Sofía Rodríguez, medianos hacendados de la localidad, Pío se hizo militante del periodismo cuando todavía no había soltado la niñez. En su escuela primaria funda El Juvenil, medio de información que redactaba con dos de sus grandes amigos de esa época, los hermanos Lozada: Edilio (o Hedilio, como puede verse en algunas de sus biografías), y Alcides.
Más adelante funda también otra publicación con el nombre de Saltos y brincos y pasa luego a otra experiencia que decide llamar Ayacucho. Pero la escuela La Concordia debe cerrar por la muerte de Egidio Montesinos, su dueño y director, por lo que sus padres lo envían a Barquisimeto para que estudie en el colegio La Salle, alternando con el trabajo de tipógrafo, el cual le cautivó toda la vida. Allí funda la revista Renacimiento.
La muerte de su padre lo lleva de nuevo a El Tocuyo. Era menester que se encargara de la hacienda El Callao, porque de allí surgían los recursos para el mantenimiento de la familia.
Ser uno de los propietarios y el administrador del fundo le permitió mejorar las condiciones de sus trabajadores con la aplicación de tecnologías novedosas.
Compró tractores, instaló servicios sanitarios para los peones, dotó de luz eléctrica las casas y la hacienda, fundó una granja porcina y el primer transporte colectivo entre Barquisimeto y su ciudad natal, para que los menos favorecidos pudieran trasladarse a un bajo precio.
Pero Pío Tamayo no tuvo la capacidad de convencer a sus trabajadores para que formaran una cooperativa que le prestara los mismos servicios pero con mayores beneficios para ellos. Era difícil que entendieran otro tipo de relación laboral que la conocida hasta entonces y una cooperativa era algo que se veía peligroso para sus empleos y salarios.
El gobierno de Juan Vicente Gómez no veía con buenos ojos que se tuviesen consideraciones con peones y campesinos. Tampoco que se les instruyera. Por eso comienzan a perseguir a Tamayo, quien, por consejo de su madre, sale del país con rumbo a San Juan de Puerto Rico en un periplo que le lleva a conocer Nueva York, La Habana, Panamá, Guatemala y San José de Costa Rica.
En La Habana conoce a fondo el marxismo. Participa en la formación del Partido Comunista de Cuba y se une a un grupo de venezolanos que luchaba en contra del régimen gomecista. Su participación en esa ciudad fue fructífera. Escribe en el periódico Venezuela libre y en la Revista universitaria, logrando una gran influencia en la fundación de la Unión Obrera Venezolana.
Es expulsado de Panamá y Guatemala por razones políticas, por lo que decide regresar al país en 1927. Participa en las actividades del Carnaval de 1928 con un poema llamado Homenaje y demanda del indio, cuyo texto ofende a los gobernantes de turno. Es apresado en el castillo de Puerto Cabello, donde funda una escuela para los analfabetos y otra de marxismo para los presos políticos. Esta actividad le ocasionó su reclusión en una celda especial de castigo donde se contagió de tuberculosis. En diciembre de 1934 fue liberado por enfermedad y diez meses después muere en Barquisimeto. Escribió un tratado de economía política que fue incinerado por sus carceleros y una novela que llamó: Charles Lindberth llegó a Venezuela.
El presidente del Parlamento Nacional, Fernando Soto Rojas, informó durante una asamblea de trabajadores el pasado sábado en la Plaza Bolívar que iniciará las gestiones para trasladar los restos mortales de Pío Tamayo al Panteón Nacional.
“Tenemos el consentimiento de sus familiares y del liderazgo institucional de El Tocuyo. Tamayo hizo un llamamiento a los socialistas de este país para que construyan el socialismo con la libertad, con la ciencia, con el arte y con la belleza. Echémosle pichón, pues”, expresó.
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Mi muy querida mamá…
“Piense antes de leer ésta que el hijo que se la escribe la quiere mucho, mucho, muchísimo…¡Siempre había de escribirle desde el presidio, la carta del adiós! Hace cinco años en su nombre dije mi testamento. Estuve amenazado por la muerte. Hoy estoy agarrado por las tenazas de sus manos. Y antes de morirme, le hago mis letras postrímeras a los veinte días de una hemorragia frecuente, con las manos sin fuerzas, porque la sangre falta ya a mis venas. Muero asesinado por los verdugos que asesinan también a Venezuela. Me matan con crueldad calculadora…”
“Supe que mi condena obedece a que tengo escuela de comunismo en el castillo. No de comunismo, pero sí de idealidad avanzada…”
“El general Gabaldón, mensajero de este adiós, le contará de estos días crueles y le dirá como supe sonreír bajo el dolor y permanecer sereno ante la dureza del ataque. Que las palabras de mis amigos y la seguridad de que las sendas del bien eran el camino que yo quería recorrer, pongan un poco de consuelo en tu corazón… madre querida.
“La quiere mucho, mucho, muchísimo… Pío
Igor García/Ciudad CCS
http://ciudadccs.info/?p=142977
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